Rohm2222

Cuando la ambición no descansa pone una mentira en cada guerra. Dilapidando hombres, espera que sucios sudarios firmen la paz con las venas vacías.

....... ............................................Que nada nos quite nuestra forma de disfrutar la vida

21.9.05

Cuento Chino (1)


Chiang no podía dormir.

La noche era oscura, húmeda y pegajosa como siempre.
Afuera llovía. ¿Y adentro? Adentro también llovía. En su catre, boca arriba, Chiang no podía dormir. Las gotas que caían del techo golpeaban con pérfida insistencia en la
frente de Chiang, que observaba con la celebre paciencia oriental como venían hacia su cara. Una a una, las gotas, estallaban en su frente obligándole a pestañear.
Fue entonces cuando Chiang bostezo escandalosamente. A su lado, su hermano Cheng, se despertó y preguntó:
----Que?... La gotera no te deja dormir.
No... las gotas me mantienen despierto, lo que no me
deja dormir es una idea.
----Cual es esa idea?
Ahora es de noche, no? Millones de nosotros estamos
durmiendo, no?
----Si. Y que? - dijo Cheng
Pues que mientras nosotros dormimos, al otro lado
del mundo, es de día, no? Y hay millones de occidentales trabajando y pensando como hacernos la faena.
Eso es lo que no me deja dormir.
Ambos con la celebre paciencia oriental no se movían y contemplaban como las gotas de la preocupación horadaban su cerebro. Y a partir de ese momento, en la
noche, que esta vez, era más oscura, húmeda y pegajosa,
eran dos los chinos que no podían pegar ojo.

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7.9.05

Estanterias vacias.

Quería reaccionar pero no podía, se sentía más viejo de lo que era. Estaba allí, de pie en medio de la tienda, mirando incrédulo todas las estanterías; estaban vacías. ¿Qué era lo que vendían? La memoria le flaqueaba. ¿Pero podía ser para tanto, que no sabía lo que vendía?
No importa, ya vendrían sus hijos y se ocuparían de todo.
Quizás fuese esa llamada telefónica de hace unos minutos. El siempre lo había dicho, la lluvia y la carretera son mala combinación.
Pero las estanterías, que las había de varios colores y tamaños, no tenían ni una mota de polvo. Tampoco abundaban los clientes. El local estaba bien iluminado y, sin embargo, no podía recordar lo que vendía.
Cuando vuelvan los muchachos ya sabrán qué hacer.
Pero tantas estanterías... y su mente no le ayudaba.
La voz que había sonado en el teléfono, resonaba en su cabeza, pero se negaba a entender el mensaje de muerte, sus hijos, la lluvia, la carretera, choque frontal, estanterías vacías.
Lo que la razón no le permitia, la intuición se lo dijo, salió a la calle y miró el cartel.
"J. M. Rodríguez e Hijos - Estanterías Metálicas".