Rohm2222

Cuando la ambición no descansa pone una mentira en cada guerra. Dilapidando hombres, espera que sucios sudarios firmen la paz con las venas vacías.

....... ............................................Que nada nos quite nuestra forma de disfrutar la vida

30.1.06

Jesús que día!


Yo no quería, pero ya se sabe, la presión social es muy fuerte. Prácticamente me obligaron. No es por justificarme pero en realidad solo se trataba de un delincuente más. Ahora, lamento haberme precipitado. Si en ese momento hubiera sabido lo que hoy se, seguro habría sacado mucho más. Pero los impulsos precipitados unidos a las habladurías son malos consejeros. Hoy, harto de criticas e decidido ahorcarme, después de todo, dan para poco treinta miserables monedas de plata. Dijo Judas.


8.1.06

Cuento Chino (7)

Tratado de filosofía.

El cielo despejado, el aire limpio, un amanecer luminoso anuncia un brillante sol de primavera. Chiang se asoma a la puerta de calle, respira profundamente la luz de la mañana, se siente eufórico, vivaz, sabe que su reposo nocturno ha sido muy reparador. La noche anterior había comprobado lo cansado que estaba cuando al acostarse descubrió el peso de su cuerpo sobre el colchón. Había estado ayudando a realizar el trabajo comunitario de limpieza en caminos vecinales y resultó ser más duro de lo que pensaba.
Hoy Chiang tiene uno de esos días pletóricos, en los que apetece ver la salida del sol, a tal punto que sin desayunar se sienta a la puerta de su casa, donde habitualmente, hace su trabajo de canastero. Ve pasar un grupo de niños que van a la escuela. Los pequeños, cuchichean, se empujan, discuten caminando hacia atrás y realizan mil monerías ante la radiante mirada de Chiang. Poco después a paso cansino desfila el maestro al que saluda con efusiva reverencia. Chiang tiene el extraño deseo de volver a ser niño y maestro a la vez. Recuerda la época en que de adolescente comenzó a estudiar filosofía y lamenta el abandono de los estudios que espera retomar algún día.
Esta solo en casa, su hermano Cheng se ha ido durante algunos días a ayudar a una de sus tías que se encuentra sola y enferma. Entra en la casa caminando hacia atrás imitando el juego de los niños que vio antes. Sabe que su comportamiento infantil no va ha ser visto por nadie, como una ráfaga cruza su mente el recuerdo de sus padres, suspira profundamente y comienza a desayunar, como al pasar, de una estantería coge una hoja de papel y mientras mastica garabatea un breve texto.
Vuelve a salir a la puerta de calle donde esta vez pasa un grupo de alegres mujeres que van a trabajar al campo, secreteando entre ellas le miran, las señoras se sonríen con miradas cómplices y alguna mientras se alejan le grita algo sobre su condición de guapo soltero.
En ese momento se da cuenta de lo solo que está. Se da cuenta de todo el trabajo que tiene por hacer. Se da cuenta que tiene que repara el tejado. Se da cuenta que tiene muchos encargos de cestas. Se da cuenta que tiene la casa sin barrer. Se da cuenta que su hermano puede regresar en cualquier momento, rompe la hoja que ha escrito, no fuese que la viese su hermano, que le saca punta a todo y se burle de él. A la basura van los trozos de papel donde pone “Definición sobre la Idea de la Verdad”.
Una cálida brisa barre el suave polvo de la calle.

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