Estanterias vacias.

No importa, ya vendrían sus hijos y se ocuparían de todo.
Quizás fuese esa llamada telefónica de hace unos minutos. El siempre lo había dicho, la lluvia y la carretera son mala combinación.
Pero las estanterías, que las había de varios colores y tamaños, no tenían ni una mota de polvo. Tampoco abundaban los clientes. El local estaba bien iluminado y, sin embargo, no podía recordar lo que vendía.
Cuando vuelvan los muchachos ya sabrán qué hacer.
Pero tantas estanterías... y su mente no le ayudaba.
La voz que había sonado en el teléfono, resonaba en su cabeza, pero se negaba a entender el mensaje de muerte, sus hijos, la lluvia, la carretera, choque frontal, estanterías vacías.
Lo que la razón no le permitia, la intuición se lo dijo, salió a la calle y miró el cartel.
"J. M. Rodríguez e Hijos - Estanterías Metálicas".