Cuento Chino (1)

Chiang no podía dormir.
La noche era oscura, húmeda y pegajosa como siempre. Afuera llovía. ¿Y adentro? Adentro también llovía. En su catre, boca arriba, Chiang no podía dormir. Las gotas que caían del techo golpeaban con pérfida insistencia en la
La noche era oscura, húmeda y pegajosa como siempre. Afuera llovía. ¿Y adentro? Adentro también llovía. En su catre, boca arriba, Chiang no podía dormir. Las gotas que caían del techo golpeaban con pérfida insistencia en la
frente de Chiang, que observaba con la celebre paciencia oriental como venían hacia su cara. Una a una, las gotas, estallaban en su frente obligándole a pestañear.
Fue entonces cuando Chiang bostezo escandalosamente. A su lado, su hermano Cheng, se despertó y preguntó:
----Que?... La gotera no te deja dormir.
No... las gotas me mantienen despierto, lo que no me deja dormir es una idea.
----Cual es esa idea?
Ahora es de noche, no? Millones de nosotros estamos durmiendo, no?
----Si. Y que? - dijo Cheng
Pues que mientras nosotros dormimos, al otro lado del mundo, es de día, no? Y hay millones de occidentales trabajando y pensando como hacernos la faena.
Eso es lo que no me deja dormir.
Ambos con la celebre paciencia oriental no se movían y contemplaban como las gotas de la preocupación horadaban su cerebro. Y a partir de ese momento, en la
noche, que esta vez, era más oscura, húmeda y pegajosa, eran dos los chinos que no podían pegar ojo.
----Que?... La gotera no te deja dormir.
No... las gotas me mantienen despierto, lo que no me deja dormir es una idea.
----Cual es esa idea?
Ahora es de noche, no? Millones de nosotros estamos durmiendo, no?
----Si. Y que? - dijo Cheng
Pues que mientras nosotros dormimos, al otro lado del mundo, es de día, no? Y hay millones de occidentales trabajando y pensando como hacernos la faena.
Eso es lo que no me deja dormir.
Ambos con la celebre paciencia oriental no se movían y contemplaban como las gotas de la preocupación horadaban su cerebro. Y a partir de ese momento, en la
noche, que esta vez, era más oscura, húmeda y pegajosa, eran dos los chinos que no podían pegar ojo.
Etiquetas: Cuentos Chinos