El error.

Bien mirado…
Tranquila libaba la abeja,
cuando una inmensa nariz,
vino a estropear el momento.
Poniendo su vida en juego,
defendió a la rosa
de tan deforme monstruo.
Hincó su aguijón
como su instinto le manda
y se retiró a morir
en un bosque de hierbas,
sabedora de haber cumplido
con su obligación.
Dejando un apéndice hinchado
que seguramente
no ha aprendido la lección.
Y como humano que es,
volverá a incurrir en el error
de meterse donde no le llaman.
Tranquila libaba la abeja,
cuando una inmensa nariz,
vino a estropear el momento.
Poniendo su vida en juego,
defendió a la rosa
de tan deforme monstruo.
Hincó su aguijón
como su instinto le manda
y se retiró a morir
en un bosque de hierbas,
sabedora de haber cumplido
con su obligación.
Dejando un apéndice hinchado
que seguramente
no ha aprendido la lección.
Y como humano que es,
volverá a incurrir en el error
de meterse donde no le llaman.